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“¿Cómo mejorar el acceso de financiamiento a la MYPE?.”
Por Margarita Bojórquez* Con aportes de: Jaime Baires, Coordinador de Estudios de la Intendencia Económica.
Cuando Lorena Gonzales tomó la decisión de iniciar un servicio innovador de transporte seguro para mujeres, denominado: “Línea Rosa”, nunca pensó, como todos, que la pandemia por COVID-19 la pusiera al borde de la destrucción creativa.
Tras más de cinco años de camino, con dificultades, pero también con determinación logró enfrentar cada reto. La reciente pandemia le hizo reinventarse, buscando alianzas para lograr mantener el empleo de 25 mujeres líderes de hogar, siguiendo las medidas de seguridad para salvaguardar sus vidas y fuente de ingresos.
Logró lo principal, pero no todo ha sido rosa. Los costos de financiamiento que toda pequeña empresa asume no han podido ser cubiertos, durante estos cuatro meses, y de su situación financiera depende la subsistencia de este proyecto que alimenta cada familia de las expertas en conducción en su equipo.
Su caso, puede ser el de muchos en El Salvador, ya que, el 99% de las empresas son Micro y Pequeñas, (Superintendencia de Competencia, 2017). En este contexto, la autoridad de competencia de El Salvador ha considerado relevante dar a conocer los resultados del “Estudio de competencia para la prestación de servicios financieros a las MYPE en El Salvador”, como una herramienta que ha permitido diagnosticar y proponer recomendaciones hacia una mejora en su acceso al crédito, una relevante vía para apoyar a su situación en el contexto actual tras los efectos de COVID-19; así, como a su crecimiento y productividad.
De acuerdo con el estudio, una de las principales limitantes en este sector es su informalidad. Solo dos de cada 10 Micro y Pequeñas Empresas, MYPES, cuentan con registros contables formales; según los datos recabados por la Superintendencia de Competencia en este estudio. Las dificultades para formalizarse limitan el acceso a las MYPE a opciones más favorables de crédito que ofrecen las instituciones financieras, con tasas de interés de menor valor.
Este hecho, que puede parecer cotidiano, cambia su matiz cuando pensamos en las mujeres que vemos a diario -muchas veces, jefas de hogar- que son en su mayoría las propietarias de las microempresas de subsistencia; es decir, aquellas que sus ingresos son destinados esencialmente para consumo inmediato. De acuerdo con datos de la “Encuesta de la MYPE en El Salvador” el 62% de las microempresas son propiedad de Mujeres.
Al ser en su mayoría mujeres, como en el caso de Lorena, el no lograr obtener alternativas de financiamiento formal, no solo limita el crecimiento de sus negocios; sino que se vuelve un círculo que restringe la mejora de sus condiciones de vida y las de sus familias. “A nosotras las mujeres nos cuesta mucho más tener acceso al crédito, por aspectos de propiedad y garantías. Además, al no acceder a financiamiento se afecta nuestra liquidez y no se puede competir”, explica Lorena.
La literatura ha evidenciado el impacto del financiamiento a través de los bancos y otras instituciones financieras en el progreso económico. Cuando el microempresario puede acceder a capital financiero, contratar más personal, invertir en mejor calidad de materia prima, aumentar su productividad y sus ingresos, lo que le permite en efecto cascada, beneficiar a los involucrados en su actividad y con ello al país.
Debido a lo anterior, el “Estudio Competencia en la prestación de servicios financieros a las Micro y Pequeñas empresas (MYPE) en El Salvador”, realizado por la SC, no solo es relevante, sino más bien necesario, principalmente en el panorama actual a consecuencia de la pandemia.
De acuerdo con sus resultados, no se detectaron problemas de competencia, ya que existe una amplia cantidad y tipo de oferentes, y no existe una institución financiera que, por sí misma, fuese capaz de incidir en las tasas de interés de los créditos dirigidos a las MYPE. Sin embargo, hay elementos que están limitando el acceso al crédito en mejores condiciones, como las dificultades que tienen la mayoría de las MYPE para formalizarse, lo que perjudica fuertemente sus posibilidades de acceso al financiamiento por parte de las instituciones financieras, además de aspectos de índole normativo y de criterios comunes en las definiciones de MYPE que permitan facilitar los créditos sin incurrir en elevados costos, sobre los que se debe seguir trabajando.
Ante la nueva realidad, es favorable el interés y las acciones de los actores públicos involucrados en la búsqueda de opciones de financiamiento a este sector, y es el momento propicio para revisar las mejoras que pueden implementarse para continuar impulsando la formalidad, la unificación de criterios normativos, encontrar nuevas modalidades de financiamiento, entre otros de los aspectos que recomienda este estudio.
Como bien explica Lorena, a quién la crisis le ha obligado a dejar de pagar sus créditos: “Si no podemos acceder a financiamiento ya no podremos cubrir los costos de la empresa, y si no podemos pagar los compromisos ya adquiridos, tendremos baja calificación como empresa; pero no solo ello, mi récord personal y la subsistencia familiar, no solo mía; sino de 25 colaboradores, también estaría en riesgo”.
Trabajar por lograr un cambio en la calidad de vida de estas familias, pasa por promover su acceso a mejores opciones de crédito para sus negocios y para ello es buen comienzo revisar los factores que inciden en el acceso a este recurso tan importante para el sector. Las MYPE, aunque suene a cliché, son el motor que mueve la economía y principalmente las que pueden incidir de forma directa no solo en la subsistencia, sobre todo en la mejora de la calidad de vida de la mayoría de las familias salvadoreñas.
Margarita Bojórquez se desempeña en el área de Comunicaciones de la Superintendencia de Competencia y cuenta con casi cinco años de comunicar sobre eficiencia e igualdad de oportunidades bajo un entorno de sana competencia. Durante su trayectoria profesional se ha especializado en comunicación corporativa con un enfoque integral
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